Los vecinos pasean por las calles del pueblo al Pero-Palo que regresa siempre a la Plaza donde una multitud le espera. Se dividen en dos bandos: los que le creen culpable de los delitos que le acusan y los que piensan que es inocente. En una ceremonia que parece caótica pero no lo es, correrán unos en busca de los otros, partidarios contra enemigos del Pero-Palo. Tras finalizar el rito, el Pero-Palo regresa a su cobijo hasta el día siguiente.